Las habitaciones estaban separadas unas de otras por una puerta y se podía oír al vecino de al lado con mucha claridad. He de decir que me quejé después de una primera noche sin dormir y fueron muy amables y nos cambiaron a otra habitación que no tenía ocupada la habitación de al lado. Por otro lado, el desayuno podría mejorarse.

Es la segunda vez que nos alojamos en estos apartamentos y nos encantan, la tranquilidad, las camas son super comodas y aunque estés en los apartamentos puedes disfrutar de la fantàstica piscina del hotel. Repetiremos, gracias.

Le faltan utinsilios de cocina, por ejemplo nosotros éramos 3 y la sartén que había era para 1 persona. Algun utinsilio más como un rallador para tomate etc .. no estaría mal. Estaba limpio pero en la conina había cebolla de los huéspedes anteriores, hay que tener un poquito de cuidado con esto, lo demas todo bién aunque yo tengo alergía a los ácaros y al entrar noté el ambiente un poco cargado. El baño genial.

Es fácil encontrar el alojamiento y tiene buenas vistas, ubicado una urbanización resort la mar de tranquila. Pudimos alojarnos con nuestro perro.

Llegamos y nos hacen el check-in por whatsapp, no vemos a nadie en la entrada de los apartamentos y tenemos que coger la llave de un cajetín con contraseña. De remate nos cobran una fianza de 100€ de la que no teníamos noticia alguna hasta llegar allí y de la que nos informan por teléfono tras llamar nosotros para informarnos sobre como entrar al apartamento. Subimos al ascensor y hay un cubo de fregar abandonado en medio, llegamos a la puerta del aprtamento y no hay manera de abrir la cerradura electrónica con el código, finalmente abrimos con una llavecita por debajo de la cerradura. Apartamento diminuto, paredes de papel (se oye todo), camas incómodas y almohadas peores, sábanas desgastadas, mantas con pelos (de perro y de persona), la cocina destartalada, nevera vieja medio rota y que hace mucho ruido, la ducha con moho detrás de la mampara, poco papel de wc, el suelo cruje con solo mirarlo, olor a humedad... por las fotos esperábamos más de este alojamiento

La ubicación

Tuvimos un problema con el agua y no nos pudimos duchar. De hecho, al intentarlo empezó a cae agua por el techo por varios sitios del apartamento. Uno encima de mi hija que estaba en la cama. No nos ofrecieron ninguna compensación.

Las zonas reformadas son muy monas y acogedoras

El colchon de muelles es un pelin incomodo

The surroundings and beautiful landscape. Great location and nice breakfast.

No gluten free options for breakfast

Great location, views and surroundings. Some trails are started really nearby with no need to drive. Park is wonderful - mountains, lakes and sun! Couple of bars and restaurants nearby. Welcome treats for the dog is a very nice surprise. Children playground is just cross the street.

Furniture and kitchen are pretty old, however still good. A lot of neighbors with dogs, thus be ready that many of them will say you “good luck” when departing for early morning hike.

The hotel boasts a fantastic location that's incredibly welcoming to dogs. Whether you need to take them out for a quick stroll or embark on a lengthier walk or hike. The staff, particularly those at the front desk, were nice and helpful. They not only addressed my questions but also efficiently resolved issues – including arranging a 50% refund. The refund process was swift and seamless, devoid of any disputes or hesitations. Further details are provided below. The reception area, terrace, and pool all exude a pleasing ambiance.

We opted for a mountain retreat to enjoy a tranquil summer vacation, seeking a quiet atmosphere that differs from the bustling beach scene. Here's the curveball: Unbeknownst to us, the hotel had transformed into a bustling summer camp, accommodating approximately 60 children aged 6 to 16. The noise reached a level that exceeded any expectations. Our room, situated on the 1st floor and overlooking the terrace, was immersed in constant activity. Mornings commenced with classes, afternoons were brimming with social engagements, and evenings were marked by kids congregating in the terrace area. Regrettably, any aspirations of unwinding with a drink on the terrace post-hike or making the most of poolside lounging were rendered obsolete. The same applied relaxing in the lounge, which was consistently occupied and resonating with noise. Nightfall was characterized by kids engaging in lively conversations across windows, accompanied by the persistent noise of footsteps and slamming doors, creating an unrelenting disturbance and lasted until 11 pm, which, needless to say, posed challenges for those who intended to retire early in preparation for early-morning hikes. The breakfast routine posed its own set of challenges. Despite our endeavor to secure breakfast at 8:30 am sharp, the scene rapidly transformed by 8:40 am as a stream of children emerged. Subsequently, breakfast offerings underwent a shift to cater to the preferences of the younger guests. If a fried egg, slice of bread, or croissant was on your agenda, punctuality at 8:30 am was imperative, lest you be left empty-handed due to the absence of replenishment. I've had my share of summer camps, and trust me, I was no different from those kids. The problem here isn't their behavior. It's about the hotel dropping the ball on honesty!