¡Qué vergüenza de hotel! En Andorra es un insulto a la industria hotelera. El personal nos recibió con una hostilidad que rozaba lo grotesco, dando paso a una estancia que solo puedo describir como el infierno en la tierra. La habitación era una abominación, con sábanas que parecían no haberse lavado en meses y un pútrido olor a moho que te cortaba la respiración. Cucarachas campaban a sus anchas por el suelo y hasta el techo de la habitación. El baño era un espectáculo dantesco, con un inodoro perpetuamente atascado y una ducha que escupía un hilillo de agua sucia. Intentar comer en el hotel fue jugar a la ruleta rusa con nuestra salud; comida en estado de descomposición y bebidas que sabían a pura química. El gerente, un ser despreciable, se rió en nuestra cara cuando exigimos un reembolso, diciendo que “eso es lo que hay”. Este hotel no solo debe ser evitado, sino clausurado por atentar contra la dignidad de sus huéspedes. ¡Una completa y absoluta desgracia!

La terraza, distribución del apartamento y el silencio. Sin olvidar la amabilidad en Recepción.

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Las vistas , la limpieza , todo muy bien el olor a limpio no pasamos frío para nada dentro , Las vistas muy lindas a la montaña

La limpieza!

Los colchones muy duros!

Apartament molt espaiós amb dues habitacions, llits molt comodes i tot molt net

Per dir alguna cosa, a la habitació que dóna al carrer quan passa un camió vibren els vidres de les finestres

Espais pràctics, ben comunicat, ben ventilat, personal molt amable

Instal.lacions poc renovades, sense cap prestatge a la cuina ni gairebé a l'armari, cortina dutxa necessita canvi, pàrquing complex

La atención de Ema.

La burocracia. Las amenities no sólo se cobran sino que deben reservarse, las camas no se hacen. Una de las habitaciones era muy pequeña.