La estética del lugar es bonita, aunque en temporada baja tienen el jardín descuidado. Tiene parking en el propio alojamiento.

Llegamos a las 19h aprox y no había nadie en recepción, a pesar de que señalan que están hasta las 23:30h. Bajé al restaurante a buscar a alguien, ya que se escuchaban voces. Había un hombre y una mujer bebiendo. Subió conmigo la mujer que no sabía qué habitación darnos, con todas las llaves esparcidas encima del mostrador. Finalmente, cogió una. Al abrir la puerta correspondiente dijo que no era la nuestra y volvió a por otra, que sí que era nuestra. Estaba claramente embriagada y ni era capaz de encajar la llave en la cerradura. Ella misma dijo "perdón, es que estábamos bebiendo vino". Le pregunté la hora del desayuno y me dijo que era a las 9:00h, con cara de duda. Contacté por teléfono con el alojamiento para asegurarme y hablé con un hombre que me dijo que era de 9:00h a 10:30h. Por la mañana, llegamos al restaurante para desayunar a las 9:00h. Estaba el mismo hombre de la noche anterior sentado con otra empleada. Les dijimos que queríamos el desayuno y, tras traernos un café, se volvieron a sentar en otra mesa y continuaron hablando entre ellos. Me acerqué a preguntar si el "desayuno incluido" era solo un café y tras una larga conversación utilizando el traductor de google, ya que la empleada se empeñaba en hablarme en búlgaro, a pesar de que yo no le entendía, como le hice saber, me dijo que el desayuno eran tostadas francesas. No se disponían a prepararlo y seguían de charla, les pregunté a qué hora nos lo iban a servir y la respuesta fue "el desayuno es hasta las 10:30h". Tras mucho insistir, ver nuestras caras de enfado y decirles que teníamos que irnos pronto, que por eso habíamos ido a desayunar a esa hora, nos hicieron las tostadas francesas, que por lo visto era todo lo que incluía el desayuno.