Minsk seguramente te sorprenderá. La capital de Bielorrusia es, contrariamente a su triste reputación, un lugar progresivo, moderno y limpio. Cafés de moda, impresionantes restaurantes y discotecas llenas de gente compiten por su atención, mientras que los bares de sushi y las galerías de arte han establecido su residencia en el centro de una ciudad, una vez totalmente remodelada para los gustos de Stalin. A pesar de la fuerte presencia policial y la ciudadanía obediente, Minsk es un lugar completamente agradable al que es fácil encariñarse.

Minsk, capital de Bielorrusia, es una ciudad moderna dominada por la monumental arquitectura estalinista. Muchos de sus museos, teatros y otras atracciones culturales bordean la Avenida de la Independencia (Praspyekt Nyezalyezhnastsi), una vía ancha de 15 km de largo que conduce a la gran Plaza de la Independencia. Se cierne sobre esta icónica plaza la sede central de la KGB y la Iglesia neorrománica de los Santos Simón y Elena, también conocida como Iglesia Roja.